viernes, 27 de julio de 2012


Justo cuando tenía todo listo para cerrar la posada, me comunican que no voy a la playa.  Al igual que a los futbolistas de la operación salida, me me he quedado sin gira de verano.

Me despedí sin saberlo con estas albóndigas de merluza a la hierbabuena, ricas y ligeras.


Así que con la música a otra parte.  Hace tiempo que no me ponía con un plano parece que no he perdido la destreza.



Mi cabeza es un hervidero, los fantasmas trabajan a tope, parece que todo va cuadrando.  Me da un poco de vértigo pero me ha llegado la hora.

Cualquier idea es bienvenida.

lunes, 16 de julio de 2012

Me han llegado los primeros tomates del huerto justo a tiempo, sin abonos raros, pesticidas ni genes abominables, agua, sol y estiercol.  Una delicia.


Vienen muchos más pero me voy a la playa dentro de poco así que me estoy olvidando de ellos.


Siguen brotando calabacines, cebollas, pimientos, berenjenas y acelgas, muchísimas acelgas.  El otro día cogí unos cuantos manojos y como comienzo a tener overbooking en el congelador, las serví con unas lentejas que estaba elucubrando, con su chorizo, su tocino, su panceta.


¡Virgen santa! me puse morado, sutil equilibrio entre verdes, legumbres y chacinas.


La leche frita esta resultando la canción del verano entre niños y chachas.  Triunfa sobre flanes, natillas, tartas varias y arroz con leche.

Todo pinta de maravilla pero mis demonios internos atacan impulsados por la chacha mayor, la impúdica niñera madura, la madre shipton, y toda la corte de brujas que me rodean a diario.  Ataques de pánico, de ira, de ansiedad están acabando con mis nervios.  

He tenido que recurrir al fuego para espantar al ogro que comienza a dominar mis actos y mis pensamientos.


Así que he estado un par de días cocinando a la brasa.


Después de despachar estas ricas chuletillas de cordero, salí corriendo a can Alf para darme un tratamiento de desintoxicación de tanta mala baba. Aunque ya no están los gatos ni las palmeras, todo sigue igual.  Además el fin de semana vino el jardinero y dejó todo listo para pegarnos unos buenos bailes.

Con el fuego, el jardín a punto y una inigualable compañía pude  espantar a mis demonios y redirigir mis obsesiones a temas más trascendentes como el método más conveniente para hacer la paella perfecta o  el debate sobre las ventajas y desventajas de las ensaladas y los bosques flotantes dentro del gin tonic.


Es curioso que teniendo puerto cerca no hayamos podido comprar pescados de buen tamaño. Después de discutir un poco con la pescadera, nos conformamos con estos dos rubios cabezones.


Nos los zampamos con la presencia de la gran Chavela Vargas.  La gente se ríe cuando Chavela dice que habla con Lorca, pero la otra noche yo la tuve delante durante horas.  Espíritus, teletransportación, exceso de alcohol o simple estupidez... el caso es que los pescados resultaron buenísimos.


Probamos dos metodos para la paella, valenciano y alicantino uno cada día.  Conejo y verduras locales; bajocones, judías blancas y alcachofas enriquecieron al arroz.


El debate sigue abierto, lo seguirá siempre, el caso es seguir dándole vueltas.



Entiendo que la mayoría de la gente piense que es una salvajada, pero cuando encuentro un buen chuletón me gusta comerlo tostado por fuera y crudo por dentro, sin que este frio; azul que dirían los cursis.


Esta chuleta de dos kilos era pura mantequilla, renuncié al primero y la guarnición para poder dar buena cuenta de la parte que me correspondía.

Poco a poco recobré la calma y retomé a un Carlos Fuentes  que tenía abandonado en mi mesa camilla.

Como en Madrid no encuentro crestas de gallo crudas, me hice con unas pocas para hacer un guisito.  El destino quiso que cogiera una botella de vinagre pensando que era vino de jerez y cuándo me quise dar cuenta el vinagre ya estaba en la salsa, por lo que reconvertí el guiso en un delicioso escabeche que disfrutamos templadito.


Re-hab breve pero intenso.  De regreso a Madrid, el jardinero me obsequió con un kilo de cangrejos que cociné de estraperlo para el personal de jardines, vigilancia y mantenimiento.


Buena parte de la tropa de chachas se ha adelantado camino de la playa, así que tengo unos días de tregua.  Aprovecharé estos días que estoy solito para seguir aprendiendo e intentar abrir una sandía con esta nueva técnica ¿alguien se anima?

jueves, 5 de julio de 2012

Coincidiendo con el XX aniversario de la muerte del genio pasamos las últimas tres noches al calor del vino blanco y los gin tonics.  Ayer, finalmente se nos fue la mano y la resaca no se hizo esperar. Hoy he tenido un día horrible.  Además de soportar tres amagos de pota más o menos serios y de lidiar con el fantasma de Juan Charrasqueado, he tenido un nuevo enfrentamiento con el colectivo de mis amores.

Una vez más, mis queridas chachas, decidieron congregarse en la cocina a despechugar al prójimo a grito pelado, por lo que les pedí que no gritasen a lo que la más brava me contestó "¡PO-DE-MOS gritar sin nos da la gana!", le explique que me dolía mucho la cabeza a lo que contestó con más gritos, unos cuantos improperios y una mirada satánica que me dejó hundido. Le dije que me parecía bien, que podían seguir gritando y felizmente se fueron con la música a otra parte.

Las muy cabronas siguen urdiendo nuevas estrategisa para robar los postres que hago casi siempre un día antes de servirlos así que me las tengo que ingeniar para buscar nuevos escondites.  Las tartas acaban en los armarios de la vajilla de plata y ayer tuve que guardar un arroz con leche en la nevera de los vigilantes ante el temor de un nuevo saqueo.


Solo desisten de comer más postre cuando queda algo menos de media ración ¿por dejar para los demás? ¡NO señora, no sea ingenua! para no lavar la bandeja.  El ogro que llevo dentro sigue contenido pero me quedan dos meses de lujurioso romance con estas señoras y francamente no se que pasará.

Sigo cocinando y así sobrevivo.  Estos días me han venido a ver los duendes y me esta saliendo casi todo riquísimo, aunque el otro día se me fue la mano con la pimienta y los niños a los que alimento hicieron huelga de hambre.


Esta fugazzeta voló en segundos.  Yo, aunque nunca ceno en el trabajo, me zampé un par de porciones ante la mirada desafiante de mis queridas compañeras que no se conforman con un par de pizzas margaritas recién horneadas.  "Es que nos gusta probar de todo" dicen.  Mi voz interior lanza tal cantidad de burradas que temo que un día la escuchen y directamente me maten.



A la carne de estas hamburguesas le añadí cerveza en vez de cognac y salieron de muerte.  Es una pena que la mayoría de la gente a la que le sirvo se las coma a pelo y sin pan.

Llevaba meses queriendo hacerle una foto a esta ensalada de queso de cabra.  


Hoy me parí estas fabes con calamares.  estaban buenas, aunque creo que debido a la resaca quedaron justitas.  Tendré que volver a ello.


Pronto me iré a trabajar a la playa.  Lo necesito.  El cuerpo me pide mar, un poco de aislamiento y una tostada con zurrapa colorada.