miércoles, 24 de octubre de 2012

Vaya semanita.  De momento me dedico a recibir todo tipo de comerciales en la zona del bar, algunos con tan mal aliento que te desmoralizan.  Vinos, licores, jamones, teléfono, conservas, tratamientos antiplagas, alarmas, agua, cerveza, limpieza, fontanería, seguros, etc.  

Llevo menos de una semana con las llaves del local y me parece una eternidad.  El primer día vine solo y tarde un buen rato en averiguar como abrir las puertas y encender las luces.  Después de unos minutos en la cocina puede ver toda la suciedad que no se aprecia a simple vista en las primeras visitas.  Había tanta grasa como para poner una fábrica de manteca.  Dos recias mujeres se dedican a sacarle brillo.  Espero que terminen hoy.  En cuanto pueda la bautizaré; creo que con un cocido montañés para los amigos.




















El fin de semana lo pasé mirando platos, vasos y demás cachibaches para tener esto con un mínimo de decoro sin tener que empeñar un riñón.  Espero solucionar todo cuanto antes y ponerme a cocinar.  

La semana que viene me pondré con los proveedores de comida.  De momento solo tengo apalabrado el servicio con la casquería de la planta de abajo del mercado de Antón Martín.

Tengo más de 500 CVs y de solo he tenido tiempo de descartar a los que no me interesan pero son tantos que no he tenido valor de leer uno solo.


Aunque el primer consejo de sabios terminó a voces fue la mar de alentador.  Discutimos a grito pelado con un bacalao al pil pil de testigo.  Buen vino y mejor pan.  Se nos volvió a ir la mano con las copas.

He descubierto que el bar de enfrente tiene vermouth de grifo y un bocata de boquerones espectacular.  Cualquier día cerramos la calle sin permiso y abrimos los dos en plan feria.

domingo, 7 de octubre de 2012

Cuando la comida esta buena sobran explicaciones, halagos y excusas.  Todo se acaba.

Me exilié unos días anca el Presi para despejarme un poco.  Entre largos paseos, sesiones maratonianas de Los Soprano, buena lectura y mejor compañía pude recargar las pilas de cara a un otoño que apunta muy lento.



Nos fuimos apañando con lo justo; Pasta con sepionets y arroz con merluza.  Ligero, sabroso, barato.


De vuelta y mientras busco local para instalarme, la excelentísima Sra. Botella sigue empeñada en convertir el distrito centro de Madrid en una casita de muñecas, lo soporto intentando comer ligero.

 

 













Platos ligeros como este orzo con okra y un chile picantísimo que compre en el kasbah de Lavapiés me mantienen a raya. Desgraciadamente las excepciones no son pocas.  Siempre aparece una buena excusa para ponerse serio con las calorías.

Harto de la opulencia culé y del buenísmo hipócrita que impera en Can Barça, me estoy volviendo atlético.  No por ello dejo de ver los Barça-Madrid como días grandes así que rompí mi promesa de no volver a cocinar en día de partido y me fui a ver al casquero mayor del barrio que me surtió con deliciosas lenguas de cordero y un rabo de ternera que revolucionó la planta baja del mercado "¡Yo quiero uno como ese!" reclamaba encendida una vieja envidiosa mientras el buen hombre le explicaba que "así de gordos" solo los traía de encargo.

Fuego lento que te crió, buen vino y mejor pan.

Las lenguas en ensalada con patatas y escarola.


 El rabo con judías a.k.a. fesols de Santa Pau. 



Al final, empate tenso y victoria colchonera.

Seguiré haciendo méritos.  A ver si algún día me podéis llamar pijo ácrata.