Agosto en Madrid pasa muy despacio. Además de buscar local, me entretengo cocinando para los amigos y obsesionado con un nuevo proyecto.
Con tanto sol no apetece torear demasiado así que nos apañamos con comidas ligeras casi siempre escoltadas por delicioso gazpacho.
Mientras escribo esto, me doy cuenta de que tengo el cerebro más seco que las plantas que decoran mi ventana. El sol esta acabando con todo dentro de esta humilde posada así que huyo en cuanto puedo a refugios más acogedores pero una especie de bucle hace que termine siempre donde mismo.
No sé exactamente en que estado mental estoy, pero cada vez me siento más identificado con el caracol de la foto. Compré al bicho y a un puñado de hermanos en el "mercat" de Castellón después de darles varios baños, perecieron para enriquecer un arroz con costillas de cerdo.
¡Arrooooooz! que diría Mauricio Garcés... sin darme cuenta, estoy haciendo demasiado y ya se sabe; por cada grano de arroz un sabio con la lección de el día.
Aunque la crítica a veces pica, se agradece, lo peor viene cuando los propios fantasmas son los que dictan sentencia y ya nada resulta bueno.
Los muy cabrones le han declarado la guerra a la puta bicicleta y como estoy sin piscina me entretengo andando entre patos silvestres y jugando a matar forajidos ¡adios amigooooooooos!
El ninot indultat me sigue sorprendiendo con nuevos dibujos, no se si su nueva afición al jazz me permitirá exprimirlo lo suficiente.
