domingo, 13 de noviembre de 2011

Con la temporada de caza en pleno apogeo, la gente va un fin de semana tras otro de finca en finca comiendo opíparamente y así me vienen... con un cargo de conciencia que no quieren ni oir hablar de comida. Llevo así varias semanas. Haciendo comida light, casi pueril, más de merienda o de brunch... que si ahora una pascualina, por acá una quiche, un pastelito de verudras por favor...

¡Mare de Déu! que agonía. Que ganas de hacer unos callos como me enseñó Pilar.

Y de pronto COCIDO... si señoras... COCIDO COMPLETO... que ganas, cuanta felicidad...

Madrugón; que se le va a hacer, tarda un huevo y da mucha lata... arranqué temprano y pronto me puse de mala leche.... que mal me hacen la compra algunas veces, solo tengo dos huesos decentes con tuétano y la gallina, ¡ay la gallina! parece un triste pollito de feria... en fin... ya están las chacinas, la verdura poco a poco, los garbanzos, que ricos, les falta un poco, EL POSTRE CAGÜEN! que ya van a dar las 12 y tampoco tengo listo el aperitivo.... que no se pase la calabaza... rollitos de repollo con zanahoria, colar el caldo, preparar bandejas, bendito horno de vapor, cuanto te quiero... desengrasar la sopa, un poco de fideos y ya está...

¡Leñe, no te dejes las piparras!



















Segundo round... garbanzos y todo lo demás. Cuanta sencillez, que rotundidad.



















A limpiar que es domigo y hay que salir corriendo para aprovechar.

Fallaron muchos invitados, sobró mucha comida, menos mal que hay almas agradecidas que se llevan bandejas llenas para recalentar... ya me veía comiendo ropa vieja y flatulentos garbanzos toda la semana... aunque me hubiera gustado dedicarle una buena pedorreta natural a la que me escaseo los tuétanos.

Templo la euforia escuchando cantes mineros.

martes, 8 de noviembre de 2011

Justo cuando estoy mas obsesionado leyendo y releyendo sobre como preparar piezas de caza, el destino me premió con un cargamento 28 pajarracos entre perdices, faisanes y faisanas. ¿Y que coño les hago? ¿las cuelgo? ¿dónde? ¿las guardo? ¡NOOOOOOOOOOOO! ¿Cuánto espero? ¡CAGÜEN!



















Al final encontré un sitio ideal en uno de esos rincones de la casa que aún no conozco. Una bodega fresca, espaciosa, con buena ventilación y libre de moscas y avispas donde encontré cuerdas listas para colgar los pájaros (ignoro el uso que les dan normalmente, pero a mi me vinieron de puta madre) además nadie pasa por ahí normalmente, por lo que pude dejar los pajaritos orearse sin necesidad de preguntas incomodas.

Limpios de tripas dejé las perdices 2 días y los faisan@s 3 a secarse bien y a soltar bouquet.



















Quedaron bien envasadas en el tenebroso arcón a la espera de comprobar el resultado.



















Estos días he vuelto a cocinar para los amigos, que se dejan menos de lo que me gustaría. Que delicia.