martes, 8 de noviembre de 2011

Justo cuando estoy mas obsesionado leyendo y releyendo sobre como preparar piezas de caza, el destino me premió con un cargamento 28 pajarracos entre perdices, faisanes y faisanas. ¿Y que coño les hago? ¿las cuelgo? ¿dónde? ¿las guardo? ¡NOOOOOOOOOOOO! ¿Cuánto espero? ¡CAGÜEN!



















Al final encontré un sitio ideal en uno de esos rincones de la casa que aún no conozco. Una bodega fresca, espaciosa, con buena ventilación y libre de moscas y avispas donde encontré cuerdas listas para colgar los pájaros (ignoro el uso que les dan normalmente, pero a mi me vinieron de puta madre) además nadie pasa por ahí normalmente, por lo que pude dejar los pajaritos orearse sin necesidad de preguntas incomodas.

Limpios de tripas dejé las perdices 2 días y los faisan@s 3 a secarse bien y a soltar bouquet.



















Quedaron bien envasadas en el tenebroso arcón a la espera de comprobar el resultado.



















Estos días he vuelto a cocinar para los amigos, que se dejan menos de lo que me gustaría. Que delicia.

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