jueves, 10 de junio de 2010

MI PRIMERA COMUNIÓN

Hace un par de semanas cociné para una primera comunión. El estrés estuvo a punto de pasarme factura. Nunca había cocinado por encargo y el compromiso me agobió muchísimo. Por si fuera poco, no estaba en mi diminuta cocina que a pesar de todas sus carencias ya me conoce bien y me trata con cariño. Entre otras cosas tuve que improvisar una mesa auxiliar con una tabla de planchar.

El menú consistió en cuatro aperitivos individuales, risotto de alcachofas y cordero al horno.
Con las prisas no pude ni hacer fotos. Por suerte llevaba un pinche que heróicamente rescató algunas imágenes con el móvil.
La brocheta de la foto fue el aperitivo menos agradecido. Anchoas con aguacate. Además servimos (mi pinche, mis fantasmas y yo) otra brocheta de mango con pollo al limón, una cucharita de tartar de atún y un chupito de bloody mary con berberechos.

El cordero, que me trajo de cabeza desde la noche anterior, quedó muy sabroso.

A los niños les di quesadillas y perritos calientes. Estaban felices.

Para el postre lleve subcontraté dos tartas en un garito de la plaza de Santa Ana.

Improvisé demasiado y cambié alguna cosa sobre la marcha; a pesar del estrés, las prisas, los nervios y la falta de experiencia, todo estuvo listo a tiempo y se sirvió calientito. Anfitriones e invitados comieron abundantemente y quedaron con el espíritu en alto.

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