Semana de gente guay. Mucho tráfico en la calle, famosillos y gente cool. Yo no veo a nadie, todo el puto día en la cocina, con mi comida, mi música y mis fantasmas.
Mi ayudante decidió que era más comodo darle de comer a una cuadra de caballos que a una de humanos y se fue a una finca ecuestre a un trabajo donde puede descansar como a él le gusta. Su sustituto me ayuda menos aún, pero por lo menos me deja tranquilo y no saca al ogro que llevo dentro.
Con el famoseo llegó la semana de las comidas serias. El pescadero está encantado. Me he dejado una fortuna en pocos días.
Preparé como si nada un rodaballo de 3,6 kG, que se salía de la bandeja del horno. Nunca había cocinado nada tan sabroso.
También le compré una langosta de 3 kG que no cabía en mi olla más grande (que es muy grande), así que le tuve que meter 5 brochetas metalicas por el culo para que se quedara derechita y la mate cociendole la cola con la cabeza fuera del agua hirviendo. Una escena verdaderamente tétrica.
Con ella preparamos (la profe et moi) una lasagna con los medallones de la cola, verduritas y una vinagreta de aguacate que fue la delicia de unos invitados que a decir de las chachas eran GENTEMUIMPORTANTE.
De segundo les pusimos unos lomos de atún con salsa de coco que estaban de vicio.
Sobró bastante atún y lo quise guardar para repetir al día siguiente pero hubo rebelión de chachas. La más grande me dijo literalmente "o cenamos atún o te pego". La verdad no me hubiera importado que me diera una paliza, pero entre líneas me dejo ver que si le daba de cenar otra cosa, me dejaría de lavar y planchar mi ropa; así que cedí a la presión.
Al día siguiente se reunió a cenar toda la familia y me tocó hacer un pargo de 3,8 kG a la sal. La cola del bicho estaba fuera de la bandeja, así que al camarero no se le ocurrió nada más cómico que usar la cola del pescado para retocar los peinados de dos de las invitadas mientras servía. Volvió a la cocina sudando del apuro que pasó.
Además del pargo (que foto más mala ¡oiga!) preparé una lasagna de setas y verduras que me dio la tarde y un sorbete de mango (comprado) con crema de mascarpone.
La bandeja de postres estaba hermosísima pero el calor apretaba y estos seguían con los quesos, así que se me ocurrió la feliz idea de llevar la bandeja a la nevera del garaje y me puse manos a la obra cuando AY!!!!!!!!!!!!!!!!!!! sufrí un resbalón y se fue todo a la mierda. El camarero dice que en la mesa no se escuchó, pero estoy seguro de que el MECAGOENLAPUTA que solté cuando vi los postres esparramados se escuchó en Malaga.
Felizmente solo una copa se rompió, así que arreglé el resto de postres y serví uno nuevo.
Hoy tuve día tranquilo. Comida sencilla y cena solo para los niños. Me fui al cine y me hinche a palomitas y coca cola light.
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