viernes, 19 de febrero de 2010

CUERNOS

Llevo años intentando dar con la gente idonea para suministrar la posada.

Comencé comprando en el Cahampion de la calle Toledo pero la cosa duró poco. De vez en cuando rondaba las tiendas del barrio. La frutería de la calle Ruda, Folgado para comprar quesos y la pollería del metro. Alguna escapada al Corte Inglés los domingos remataba la compra semanal. Al poco tiempo comencé a comprarle el queso al de la pollería. Supongo que resultaba más práctico. Hurgando por el barrio me metí un día al mercado de la Cebada y dí con Emilio el frutero y con José el vaciador. Los domingos de resaca visitaba al chino de la calle estudios. Durante años les he comprado a Emilio y al dichoso pollero, los dos eran visita obligada una o dos veces a la semana. Lo de José ha sido más una cosa de rachas.

Tengo dos kioskos a mano. Uno en la calle San Millán y otro en Embajadores. Las pocas veces que compré el periódico en el kiosko de embajadores, la dueña estaba quejándose o criticando a alguien. Pronto me hice fijo en San Millán. Quien haya comprado en los dos kioskos, conocerá el fenomeno social que se produce en la plaza... uno se queda sin El Pais, el otro sin EL Mundo.... parece que la peña está dividida ideologicamente y a uno le ven cara de Mundo y otro de País... siempre me ha resultado curioso.

Mi relación con Emilio el frutero ha sido la leche. Le he comprado en épocas de opulencia y carestía… me ha pillado de régimen, me ha surtido para fiestas, comidas especiales, embarazos (ajenos, ¡oiga!… no sea mal pensada), para la compra semanal, para todo... hubo una época en que solo le compraba melones para batirlos con Ron añejo. Siempre buen género. Siempre servicial. Siempre sonriente. “¿Quieres una bolsa para los libros?” Así los últimos 4 ó 5 años.

Con el pollero tenía una relación más rutinaria y menos personal. Tiene el local al lado de casa, a la salida del metro y nunca le compré más que pechugas. La pasta me la gastaba en queso con un gordo encantador que trabajaba en el mismo local. Me llegué a gastar 30 euros semanales en queso. Gente profesional y amable.

La china fue captando mi atención poco a poco. Al principio tenía un local pequeñito. Pronto se cambió al que tiene actualmente que es mucho mayor. Además de fruta, verdura, cerveza, coca cola, pan... fue incorporando productos chinos de todo tipo; arroces, noodles, vaporeras, todo tipo de salsas y potingües... "lo que quiela"... abierto de 10:00 a 22:30 de lunes a domingo. La verdura no era muy mala, pero se estropeaba enseguida. El arroz y demás productos chinos son de calidad más que aceptable a precios buenísimos.

José el vaciador se convirtió pronto en una especie de Jedi Master... el puto amo de los cuchillos. Vaciador de oficio, me ha vendido cuchillos cojonudos y me los ha cuidado como nadie. Casi sin querer me ha enseñado a ver cuchillos, a cuidarlos, a afilarlos y se ha empeñado, sin éxito, en que no compre cuchillos caros o que no necesito. Con el tiempo he visto como otros afiladores (que no vaciadores) se cargaban cuchillos de otras cocinas. Además de ser un gran profesional, es un tipo listo y de trato muy agradable. Un genio en su cacharrería.

Hasta hace poco eso fue suficiente para los akelarres de la posada. El pan lo traía Chema, nunca me preocupé. El vino... donde fuera.

Alguna vez pillé a Emilio en un renuncio con cosillas raras que pillaba en El Corte Inglés (¡el puto corte inglés!)... albahaca, limas, especias, hinojos.... nunca le dí importancia, las pijadas las puedo comprar fuera, lo gordo se lo compro a Emilio. Hace poco compré una calabaza insípida en el chino y me juré no volver a traicionar a Emilio que a los pocos días me vendió una calabaza magnífica. Un domingo pasé por la frutería del mercado de San Miguel donde tienen todos los caprichos del mundo y me di cuenta de que los precios eran muy bienos... tan buenos como los de Emilio. La duda me asaltó... este tiene lo gordo y las pijadas... y a buen precio, no como en el puto corte inglés... pero decidí seguir siendo fiel. No le iba a poner los cuernos a Emilio con un engendro creado por Gallardón. En cualquier caso me quedé con la duda. ¿busco otros puestos? ¿me quedo con los que tengo? ¿busco más calidad? ¿mejores precios?

El primero en caer fue el pollero. Un día fui por carcasas para caldo y no había. Me fui al mercado a recoger unos cuchillos y de paso le pedí carcasas al pollero que está enfrente de José. Enseguida me dí cuenta de que tenía de todo y todo bueno.. pollos, huevos, caza, pato, pavo. Al instante decidí que tenía nuevo pollero. Total al otro no le compraba más que pechugas y el servicio nunca fue más que correcto... incluso alguna vez se negó a pelarme una liebre. ¿Y el queso? de vuelta a Folgado que a la larga ha demostrado ser mucho mejor. El divorcio me pareció de lo más normal, el problema fue cuando conocí al frutero de la calle Mesón de Paredes.

Una tarde buscando albahaca fresca y urgente, en la herboristería me mandaron a la frutería de Mesón de Paredes. ¡Hostias!!... vaya genero... y tiene albahaca. "A partir de ahora, las pijadas aquí y lo gordo con Emilio"... le había encontrado un sustituto cojonudo al corte inglés. Pero me quedé con la duda. ¿Y si este tío me surte lo gordo? ni de coña... ni lo pienses.... ¿como vas a dejar a Emilio? pero esto de los cuernos es un bicho raro y no me lo pude sacar de la cabeza. Total, que pasó el tiempo y un día me pegué una escapada a Mesón de Paredes. Abren hasta más tarde... ¡uy que buenos precios!... ¡uy que buen trato! y tienen de todo... Pensé que era solo un desliz, pero me quedé con el corazón dividido. Otro día que amanecí mucho más racional que de costumbre, volví a Mesón de Paredes con la clara intención de cambiar de frutero si la cosa me gustaba. Hice una compra gorda en la frutería y además de comprobar que algunos productos tenían mejores precios que en el mercado, el frutero me dió una tarjeta por si algún día le quería encargar cosas raras. Casi sin darme cuenta, le estaba poniendo los cuernos a Emilio con toda la mala hostía del mundo y decidí que tenía frutero nuevo. ¡Que yo quiero estar con los mejores!

Como nunca tengo carne ni pescado para comer de diario; si necesitaba algo especial, lo compraba donde fuera... buen genero a lo que costara. Relaciones esporádicas y convenencieras... hasta que decidí tener pescadería y carnicería oficial. Para el pescado no lo dudé. Me fui directo a un puesto que conozco desde hace años en la planta baja del mercado. Siempre a tope, siempre dos colas. He comprado casi de todo y todo bueno. Los precios... cojonudos. El trato... excelente. Ya está... otra novia. Hasta que el otro día pegó un gatillazo con una lubina de más de kilo y medio y me dejo pensando... no sé, no sé... no estaba mala... de hecho estaba buena, pero no era la lubina cojonuda que le pedí. Por primera vez pensé en la poligamia. Este tipo tiene genero de batalla cojonudo a muy buen precio, pero tengo que buscar quien me venda cosas para ocasiones especiales. ¿el corte inglés? ni de coña... ya buscaré otro. ¿Y si además tiene genero de batalla a precios cojonudos?

El problema de estar con varios, es que estos cabrones son muy celosos y no les gusta que compres cosas fuera. En cuanto haces una relación más personal, quieren que todo se lo compres a ellos y si no tienen algo, que cambies de idea. Con los carniceros del mercado me está pasando lo mismo y no se si decantarme por uno o ser puta de todos. Lo peor de dejar a un tio de estos, es que aunque no te lo digan, si no eres gatito fiel, no te escogen el genero con el mismo cariño, ni te sacan de apuros, ni te cuelan en la cola, y así unos cuantos etceteras. ¿O son pajas mentales mías?

De momento he dado con un carnicero serio y ya tengo proveedor ¿oficial? de vinos y licores. A ver cuanto me duran. El museo del pan gallego me está vendiendo pan buenísimo... lo mejor es que siempre te lo venden con mala cara, así que no me remuerde la conciencia si compro en otro sitio. ¿Con los futeros? ni idea, de momento seguiré comprando a los dos y ya veré. Tampoco puedo mandar a Emilio a tomar por saco. Es un tio cojonudo a pesar de no tener hinojos y de vender los aguacates un eurillo más caros. Fingiré por un tiempo que soy soy un cliente exigente que tiene derecho a escoger donde compra y que no se preocupa por la parte subjetiva del comercio de barrio.

No he dicho nada de la droguería cañi de la calle ruda. Creo que ahí voy más por morbo que por otra cosa así que la fidelidad está asegurada. A la china cada vez le compro menos. Después del incidente de la calabaza insipida me quedé mosqueado. Solo le compraba shitakes y productos chinos. De momento ya encontré mejores shitakes al mismo precio en mesón de paredes. ¿y del puto corte inglés? creo que no me podré librar nunca. Esta siempre abierto, tienen buen genero y el trato es tan impersonal que no hay que quererles. Puta ruina.

1 comentario:

  1. Querido amigo posadero:
    En cuestión de comida no hay cuernos, hay paladares, ideales .Si el buen trato se convierte en dictadura, la sonrisa en dinero fresco al que no le importa el género y las "fidelidades" tienen que venir sólo desde fuera del mostrador más que cuernos se trata de coherencia con tus ideales. Buscar lo mejor y al mejor precio es obligación de todo buen posadero.
    Que nunca en el altar de la fidelidad al suministrador de buenos productos se inmole lo más sagrado de tu ideal.
    Besos del Presi

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